2.2.Condiciones socioculturales.
Uno de los representantes
insignes de la cultura riosuceña es el escritor y cantor del Carnaval, Miguel
Vargas García, quien fue un destacado estudiante de nuestra institución
educativa en primaria y bachillerato y más adelante coordinador de la jornada
nocturna y luego rector a partir de 1985. En sus últimos tres años de labores
se desempeñó como Supervisor de Educación. En su libro Crónicas de mi tierra
(2012) hace una descripción detallada de gran cantidad de aspectos de la vida
del municipio. Teniendo en cuenta sus estudios destacamos la siguiente
información sobre las condiciones socioculturales de Riosucio:
A
escala nacional, Riosucio es reconocido como uno de los pueblos más cultos por
la riqueza y variedad de su folclor, como las chirimías de La Iberia y
Florencia, con sus instrumentos rústicos le dan alegría la vida de las veredas
en sus festivales y romerías; existen duetos y tríos musicales. Banda de
músicos en San Lorenzo, San Jerónimo; las Internacionales Danzas del Ingrumá,
han vuelto a resurgir, gracias al tesón de su gestor Julián Bueno Rodríguez,
grupos musicales como Saqueazipa; Mariachis de gran acogida, todo ello se
compagina con los numerosos compositores y poetas, que hábilmente juegan con
las notas, partituras, canciones y rimas. (p. 35)
Sobre la idiosincrasia del riosuceño
destacamos su amabilidad, sencillez, cordialidad, solidaridad. Es común el
riosuceño chicharachero, locuaz, que exagera sus logros materiales e
intelectuales, según Vargas (2012)
el
riosuceño popular es “manciga” en el campo romántico es un D Juan, muy
sentimental, según el permeable mensaje de nuestros antepasados, muy apegado a
su terruño y refiere con su inacabable perorata, las más increíbles hazañas
amorosas, frutos más de imaginación que de la realidad; inteligente, astuto,
valiente, lleno una picaresca intuición (malicia indígena), dueño de una
inacabable vena poética, admirable predisposición artística; tolerante pero
cuando su paciencia se agota, arremete con la fuerza incontenible d una fiera
salvaje, llena de decisión y coraje; con cierta tendencia a la bohemia, ya que
su espíritu nostálgico y sentimental se embriaga con cierta asiduidad, con el
vino de los recuerdos de amores que n fueron, de proyectos que nunca se
realizaron, en rima perfecta con la filosofía profunda de la vida; cuando rumia
su pasado, el inventario de un aire de sabia melancolía, parece alejarlo de la
realidad, no obstante, su aleteo nostálgico de amargada alondra arrulla como
extraña paradoja, la contra parte de un espíritu fiestero, donde el indio, el
mestizo, el seudoblanco, se confunden en el laberinto más contradictorio de su
amplia y complicada idiosincrasia. (p. 200)
En
las canciones y poemas de muchos riosuceños, resalta esa afugia existencial,
que lo lleva a estados mentales anormales, pues es propenso a la locura, dada
su marcada inteligencia. Oculta cierto complejo de inferioridad, sobre todo en
sus clases pobres y menos estudiadas, donde el machismo aflora como garante de su
hombría y valor, qué él interpreta a su manera… En resumidos conceptos, este
hombre nacido de las entraña del Ingrumá, conlleva en su interesante Sicología
y comportamiento sociológico, las más bellas, exóticas y profundas
contradicciones. (p. 201)
La más insigne de las manifestaciones culturales de
Riosucio es su Carnaval. Este es el patrimonio cultural de un pueblo que ama
entrañablemente su tradición. Para el doctor Otto Morales Benitez, esta fiesta
es la que ha logrado la unidad de Riosucio. Que según la tradición es la razón
de ser de su creación. Tiene origen en Quiebralomo donde residían los criollos
blancos y en La Montaña donde residían los indígenas, que unieron sus culturas
en una simbiosis de la que nacieron las fiestas. Ya que los dos pueblos estaban
tan cerca uno del otro para separar sus
distintos predios pastorales, los párrocos se pusieron de acuerdo en poner una
imagen de Jesucristo que dividiría Quiebralomo de La Montaña.
Sin
embargo, los habitantes de ambos lugares asistían a uno y otro lugar, sin que
hubiese mucha diferencia, por lo que decidieron cambiar la estatua de Jesús por
una del diablo, de manera que los parroquianos por temor no se pasaran los
linderos. Pero en 1847 se decide con terminar las disputas y
separaciones entre las dos parroquias y para ello ambas poblaciones inauguran
un carnaval de unificación de los dos pueblos al cual se le llamó Riosucio
(1946). Es esta la razón por la cual es el único pueblo colombiano con dos
iglesias centrales con sus respectivos parques. En conmemoración de dicho
encuentro, cada dos años se celebra el Carnaval de Riosucio, anteriormente
conocido como "Carnaval del Diablo" y que fue declarado patrimonio
inmaterial de Colombia en octubre de 2006[1]
Para
formar una sola población se tuvieron que superar muchas diferencias
culturales, costumbres, mitos y tradiciones que se combinaron “y en una fantástica
expresión de grandeza, nace el carnaval riosuceño, grito inmortal de una raza
valiente, con poder premonitorio para llevar su mensaje a todos los puntos de
la patria” (p. 246). Fruto de este sincretismo surge en 1895 la imagen del
diablo que reúne las creencias europeas sobre la maldad, las creencias
indígenas en la naturaleza y las alegres costumbres de los afrodescendientes.
“Nuestro diablo es el resumen del vivir conjugado en todos sus modos y tiempos,
sintetiza la historia del pueblo amado; es la farsa vivencial hecha comedia y
el grito biológico de una raza que en la baraja genética, es dueña de las más
bellas fantasías y expectativas” (p.
248)